Blog de Alfonso Roldán Panadero

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En las fronteras hay vida y tuve la suerte de nacer en la frontera que une el verano y el otoño, un 22 de septiembre, casi 23 de un cercano 1965. En la infancia me planteé ser torero, bombero (no bombero torero), futbolista (porque implicaba hacer muchas carreras), cura (porque se dedicaban a vagar por la vida y no sabía lo de la castidad...) Luego, me planteé ser detective privado, pero en realidad lo que me gustaba era ser actor. Por todo ello, acabé haciéndome periodista. Y ahí ando, juntando palabras. Eso sí, perplejo por la evolución o involución de esta profesión. Alfonso Mauricio Roldán Panadero

domingo, 22 de febrero de 2009

Dos menos / El inventor del Selur está sucio

¡Hombre! Pepe Sacristán y Hector Alterio son unos auténticos monstruos sobre el escenario. Me esperaba yo algo más acorde con Wit, una obra en la que se trata el asunto de la muerte y que hace tres temporadas Rosa María Sardá hizo que el público se levantara escopeteado a aplaudir cuando cayó el telón (cada vez hay menos telones, pero bueno). Me esperaba yo que la muerte y su desmitificación iban a ser el único asunto, pero no. La obra sólo dura hora y cuarto y surge otro tema que no sé yo muy bien por qué. El principio es fuerte, dinámico, brioso y aunque el ritmo no decae, gracias a los actores, se termina diluyendo la perspectiva. Pero sí, a ellos merece la pena verlos (Paloma San Basilio, por cierto, en la fila 6). Sí recomendaría, ya puestos con el asunto de la dramaturgia, Días de vino y rosas, con Carmelo Gómez y Silvia Abascal. Sorprende muy gratamente ella, porque a él ya vamos con el prejuicio de saber que nos va a gustar. Es una adaptación de la película protagonizada por Jack Lemmon que trata con toda su crudeza el problema del alcoholismo. Problema extensible a todas las adicciones.
Después, del Carnaval mejor no hablar. Sólo diré que hay que aprovechar, que se nos sobreviene la Cuaresma, el ayuno, el sacrificio… Eso sí, el desfile del Carnaval oficial pasaba por encima y por los lados del Teatro Fernán Gómez, vamos el de la Villa. El final, tan espectacular como cualquier evento capitalino con el Selur como el caballo de Atila, como un regimiento avanzando sin piedad.
Fue esto del Selur un invento de Alberto López Viejo, el dimitido consejero de Deportes, que no entiendo como no le dimiten ya de diputado regional. Bueno, sí, porque es aforado y así cuesta más enchironarlo. A López Viejo siempre le gustaba dar la nota y, cuando le dieron la concejalía de Limpiezas en la capital del reino se dijo: "¿Qué hago yo para dar la nota teniendo en cuenta que la plebe me va a poner a parir por lo sucias que están las calles?"
Ya existía con éxito el Seur, las urgencias médicas, así que tiró de talonario y montó las urgencias de limpieza. El Selur hizo trabajos muy importantes. Tras la despedida de solteros de Ana Aznar y Alejandro Agag en la discoteca Gabana de la capital, varios operarios de limpieza tuvieron que limpiar con rodilla en suelo la acera por donde iban a pasar los invitados.
López Viejo protagonizó otro incidente con los trabajadores de Sintel que estaban desmontando el campamento en la Castellana en el verano de 2001, después de permanecer allí varios meses para protestar por los despedidos de la empresa telefónica. El ex concejal se presentó con una brigada de limpieza y los expulsó de la zona al modo Atila. Ahora López Viejo está más sólo que la una. En este video NODO casero vemos al Selur en acción el pasado mes de noviembre, después de que por la calle Alcalá pasaran las ovejas, reivindicando las cañadas reales. Bueno, reivindicar, reivindicar, reivindican los pastores:

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