Andrés Lima en una imagen de FRAN LORENTE. |
Ha recibido veinte premios Max, cuatro de ellos como director. Mientras
triunfa su ¡Ay Carmela! prepara una
zarzuela barroca, una oda al deseo y al placer que programará el Teatro de la Zarzuela a partir del 17
de mayo y en los ensayos le abordo. Anima a ver ¡Ay Carmela! a las personas que
han vivido la guerra porque, aunque puede impresionar, hay algo catártico que
te renueva: “Lloras, haces el duelo; te ríes, pero es muy emocionante y
positiva. No es una tragedia desesperada porque tiene cierto halo de
esperanza…”
P. Hay voces que critican una
saturación del tema de la guerra civil… ¿Piensas que la Guerra Civil ya aburre?
R. Tampoco he oído yo muchas
críticas… Creo que es necesario abordar este asunto porque la memoria es algo
importante como ejercicio habitual, hayas tenido guerra o no. España tiene una
herida que es no haber enterrado bien a sus muertos, tanto de un bando como de
otro. Esas heridas tienen que cerrarse para poder tener un espacio donde se
dialogue, donde no se pelee.
P. En el principio de la función,
en la presentación, se asegura que es “la historia de una mujer”, la historia
de una artista, no de una miliciana heroica, que al final no se doblega. ¿Son
las mujeres más valientes? ¿Es una historia feminista?
R. En parte sí, aunque no creo
que las mujeres sean más valientes. Sí es cierto que el papel de la mujer en la
guerra y en la República
no ha sido suficientemente reconocido. ¡Ay
Carmela! tiene diferentes planos. Uno es el de esa mujer que es una
superviviente, una cómica de la legua que tiene un acto de rebeldía y actúa por
puro sentido común, por puro sentido de la justicia y de la compasión con gente
que están torturando. Pero evidentemente Carmela representa a otra mujer, que
es la República ,
una República que acabó asesinada a tiros. Es una obra en la que el plano personal
se mezcla con el histórico, con el político, con el simbólico y con el fantasma
de algo que todavía sigue ahí, que son nuestros muertos por la guerra.
P. ¡Ay Carmela! no es un musical al uso. No es una franquicia de
Broadway. Hay cuatro músicos, tres protagonistas y uno de ellos ni canta… A
veces la función es una tragicomedia con aroma de cabaret. ¿Cómo definirías la obra?
R. En mi opinión es una
tragicomedia musical. El musical, la comedia musical es algo que se ha ido perdiendo
y era algo que llegaba muy bien al espectador medio. La comedia musical, a
diferencia de la ópera o las grandes zarzuelas, sólo requiere de un elenco y
una orquestilla para poder musicar una serie de historias. De ahí nacerá
Hollywood, y del music hall nace el
género chico en España. Todo ello está en ¡Ay
Carmela! Hay canciones que se cantaban en cuplés, que se cantaban en
prostíbulos, que se cantaban en revistas, en music halls… Pero también ha temas musicales más serios, aunque con
un aire de bar y garito que ha tenido siempre España y que ha ido
desapareciendo con el tiempo.
P. Viendo ¡Ay Carmela! podemos concluir que la copla fue robada por los
franquistas…
R. El franquismo se quedó con
todo, y lo que no se quedó lo tiró a la basura, como la Institución Libre
de Enseñanza, la educación laica y, en general, todo lo que era del pueblo. Es
cierto que la copla y la zarzuela pasaron a ser considerado algo franquista
como símbolo. Había una copla con cánticos a la Virgen , pero también había
otro tipo de copla y otras variedades. Franco no era tonto, y los franquistas
sabían que la conexión con el pueblo es muy importante. Concha Piquer, Celia
Gamez y toda esta gente conectó muy bien, y sirvió de desahogo a una generación
entera de la postguerra que, por otro lado, llenaba los cabarets. Se acabó ese
punto de picardía erótica y, por otra parte de rebeldía. A Madrid venían
artistas de París, Viena, Estados Unidos…, incluida la propia Josephine
Baker. Todo eso acabó con el franquismo y sobre todo el con el
nacionalcatolicismo, que pienso es lo que más daño ha hecho a la cultura y la
libertad.
P. El espectador es parte activa
del espectáculo y se forman buenos jaleos en el patio de butacas. ¿No temes que
en una de estas salga el público a la calle a proclamar la República ?
R. (Entre risas) No. Miedo no me
da. El arte es catártico. Sería del género imbécil provocar una guerra viendo
los desastres de una guerra. Yo propongo el rechazo total a cualquier tipo de
violencia. Creo que la izquierda siempre se ha caracterizado por dialogar. Otra
cosa es emocionar y esa emoción lleva a que muchos días, durante la función,
hay gritos de ¡Viva la
República !
P. El público es muy variopinto
en edades…
R. Estamos en un buen momento
para hablar de la
República. Últimamente estamos muy sensibilizados porque la
monarquía está bajo cero, con muy mala imagen. Por lo visto hubo un tiempo en
que la monarquía era un pasaporte diplomático; ahora es un desastre. La obra,
al ser un musical gusta a las personas mayores por el recuerdo, y a la gente
más joven por ser un teatro documental que emociona con canciones que no son
añejas ni anticuadas. Además, Inma Cuesta y Javier Gutiérrez no sólo actúan y
cantan bien. Son dos cómicos y actores dramáticos extraordinarios que tienen
una tremenda conexión con la gente joven. Son artistas modernos que llegan de
una manera muy actual.
El teatro vive
P. En la obra se evidencia que
hasta en tiempo de guerra se puede ir al teatro. ¿Se puede ir ahora, con la
crisis y con la subida del IVA en las entradas?
R. Parece increíble, pero los
tiempos de crisis nunca han sido malos para el teatro. En las Memorias de Harpo Marx, se cuenta cómo
triunfaron los Hermanos Marx a través de la crisis del 29. Ahora. En la crisis
que vivimos ha habido un hachazo bestial con la subida del IVA. Por mucho que
se llenen los teatros es imposible sacar un mínimo rendimiento. Si el teatro no
se llena a diario, comienza a ser deficitario. Es asunto es muy grave. Si esto
no cambia, el año que viene tendrá que cerrar el 80 por ciento de los cines y
el 50 por ciento de los teatros. Pero el teatro es invencible, es algo vivo; es
un lugar de encuentro en momentos de crisis; de soledad; es un acto social; es
un lugar en el que la ciudad se encuentra con el ciudadano y en estos momentos
de individualismo atroz y de agresión es muy reconfortante.
El director del musical ¡Ay Carmela! foto de FRAN LORENTE. |
P. Y en medio de este panorama,
¿cómo ves las nuevas fórmulas del tipo Microteatro por dinero?
R. Todo es bueno. El micro está
planteando otra forma de ir al teatro. Es
un teatro mucho más informal. En mi
opinión, cualquier cosa que se aporte al teatro quiere decir que goza de buena
salud.
“El franquismo se quedó con todo
y lo que no se quedó lo tiró a la basura”
“El papel de la mujer en la
guerra y en la República
no ha sido suficientemente reconocido”
IVA: “El año que viene tendrá que
cerrar el 80 por ciento de los cines y el 50 por ciento de los teatros”
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