Blog de Alfonso Roldán Panadero

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En las fronteras hay vida y tuve la suerte de nacer en la frontera que une el verano y el otoño, un 22 de septiembre, casi 23 de un cercano 1965. En la infancia me planteé ser torero, bombero (no bombero torero), futbolista (porque implicaba hacer muchas carreras), cura (porque se dedicaban a vagar por la vida y no sabía lo de la castidad...) Luego, me planteé ser detective privado, pero en realidad lo que me gustaba era ser actor. Por todo ello, acabé haciéndome periodista. Y ahí ando, juntando palabras. Eso sí, perplejo por la evolución o involución de esta profesión. Alfonso Mauricio Roldán Panadero

martes, 25 de marzo de 2014

Adiós a Armando López Salinas. Comunista. Heterodoxo.


Hoy se nos ha ido Armando López Salinas y me sobrevienen recuerdos. Andaba yo por los 25 años y era el jefe de la sección de Economía en el semanario Mundo Obrero. También era el delegado de personal de CCOO. En aquel verano de 1991, el Comité Central del PCE andaba con cerrar la revista, lo cual suponía un debate político y, evidentemente laboral porque nos despedían. Fue un proceso largo y duro. El sindicato, evidentemente apostó por la plantilla. No olvidaré el apoyo de Felisa como asesora de CCOO, que si no yo me habría sentido más solo que la una.

Recuerdo que intervine en aquel Comité Central como representante de los trabajadores. Recuerdo cómo Anguita torcía el gesto cada vez que denominaba al PCE “empresa”. Claro, Anguita no estaba afiliado a CCOO y él era el responsable de la empresa. En mi intervención usé algunas citas de Mariano José de Larra, cosa que debió gustar a Armando López Salinas, miembro de aquel Comité Central. De hecho, fue de los pocos que dieron la cara por la continuidad del semanario asegurando que había que evitar cualquier cambio que supusiera una interpretación de que el PCE desaparecía. La agonía se prorrogó unas jornadas más, y en aquel intervalo de tiempo López Salinas me buscó y me regaló un libro dedicado.

A Armando López Salinas se le conoce por su magnífica novela social La mina, que fue finalista del premio Nadal en 1959. Siendo yo muy joven me impactó aquella lectura. Pero no. No me regaló autografiado un ejemplar de La mina, sino una  Antología de Mariano José de Larra preparada por el camarada Salinas. Reconozco que, en mi juventud, me emocioné íntimamente. Que un veterano luchador, un intelectual de su talla me regalara aquel ejemplar…

Explica Salinas en aquel libro la tradición enfrentada a los inquisidores. Esto es, “la de los irmandiños agermanados y comuneros, la de los heterodoxos denunciados por Menéndez Pelayo, la de los Riego y Porlier, Pi y Margall y Salmerón, Pablo Iglesias y José Díaz, de Fermín Galán, la de muchos de los intelectuales de la II República”, y en esta tradición situaba Salinas a Larra, al igual que hoy “se sitúan una buena parte de las nuevas generaciones de las fuerzas del trabajo y de la cultura. No, no es difícil rconocer en el ayer denunciado por Fígaro el rostro de los agnósticos y ultramontanos de hoy.

Armando López Salinas era un rojo, pero era de esa tradición heterodoxa. Nació el mismo día que mi padre, un 31 de octubre, pero cuatro años antes. También era lógico que tuviera especial cariño a Mundo Obrero, que fue subdirector cuando el periódico era diario. Además fue corresponsal en Madrid de La Pirenaica, aquella radio clandestina que anduvo 40 años funcionando.

Salinas fue relegado al ostracismo por rojo. En Madrid Sindical, el mensual que ahora intento dirigir lo entrevistamos en febrero de 2009. Bueno, lo entrevistó mi amigo Mariano Asenjo para una contraportada de esas en la que nos gusta no perder la memoria. La pequeña foto que ilustraba la entrevista en estilo indirecto lleva un pie: “Armando López Salinas rodeado de sus libros, un republicano a secas”. En el homenaje a Miguel Hernández le podemos ver y escuchar hablar sobre la III República. El titular era bien clarito: “Es todo tan evidente que no hace falta ser marxista para tener opinión”.  Lo tenía muy claro: “una de las cosas más marxistas que hay es la de trabajar y comer”.

Como este país es de reconocer a las personas cuando mueren, espero que se reediten sus obras y que se lea o se relea: La mina, Caminando por Las Hurdes, Por el río abajo, Viaje al país gallego…, Realismo social en estado puro. No creo que su nombre tenga que ilustrar un aeropuerto, pero no estaría mal algo que hiciera que no se borrara su memoria. Que somos flacos de memoria.


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