A
pesar de su sentido del humor siempre le acompañó una pincelada melancólica en
la mirada.
Vivió,
sobrevivió, padeció tiempos muy duros. "Bueno. En general, he sido
feliz", me dijo en esos últimos días, ya con el billete de ida adquirido.
O de vuelta, no sé.
Esta
noche le habría llamado para decirle "felicidades". Esta noche,
cuando me enfrente al espejo mientras me lave los dientes, veré en mí algo de
su mirada. Ahora veo mi mano, tantas veces enredada en la suya.
Fue
un buen tipo.
Felicidades
a los padres. Los buenos padres. No sólo a los padres biológicos. Ser padre biológico
no implica ser buen padre. Felicidades a esos padres que son cómplices, apoyo,
guía, espejo… Esos padres que se desvelan, se preocupan. Esos padres que serán
eternos porque su huella es imborrable.
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