Blog de Alfonso Roldán Panadero

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En las fronteras hay vida y tuve la suerte de nacer en la frontera que une el verano y el otoño, un 22 de septiembre, casi 23 de un cercano 1965. En la infancia me planteé ser torero, bombero (no bombero torero), futbolista (porque implicaba hacer muchas carreras), cura (porque se dedicaban a vagar por la vida y no sabía lo de la castidad...) Luego, me planteé ser detective privado, pero en realidad lo que me gustaba era ser actor. Por todo ello, acabé haciéndome periodista. Y ahí ando, juntando palabras. Eso sí, perplejo por la evolución o involución de esta profesión. Alfonso Mauricio Roldán Panadero

domingo, 12 de octubre de 2014

Con José María Fraguas, autor de "El espejo donde te mirabas"


DEL 14-D AL “PINGANILLO”

(Las fotos, de Fran Lorente, en la tapia del Cementerio de La Almudena, antes del Este)

Madrileño, hijo de catalana, criada en San Sebastián, y de gallego, en aquellos años de infancia era más bien gordito. La lectura preferida de su hermana mayor era Celia, y Celia tenía un gato que se llamaba Pirracas. Siguiendo la tradición familiar hubo que ponerle apodo y por ello, José María Fraguas es Pirracas. A sus casi sesenta y tres años se le ve un tipo activo, de mirada inquieta, con tanta experiencia y experiencias variopintas como proyectos. Pero él se considera más “polifacético” que hiperactivo. En el segundo sorbo de café se evidencia un tipo entrañable y familiar, “somos nueve hermanos y yo soy el pequeño de los chicos. En nuestra familia hay mucho cariño”. Y claro, tiene que salir en la conversación Forges, a quien Pirracas considera “la maravilla de la familia”. No ahorra palabras: “Además de ser un buen compañero de viaje es un hermano mayor fantástico. Para mí ha sido un segundo padre de quien cada día me siento orgulloso al abrir el periódico”.

José María Fraguas, Pirracas, empezó a trabajar en 1976 en Televisión Española. Está escrito que en 1989, “después de la huelga del 14-D se pidió una excedencia voluntaria”. Claro. Esto requiere una explicación… Y él explica ese “momento importantísimo” de su vida profesional y del colectivo de trabajadores de TVE: “En TVE teníamos la rémora, por algunos malos ejemplo, de ser la televisión franquista, pero había un poso social en el que yo me encuentro junto a compañeros como Marcel Camacho, Fernando Noya, Jaime Martínez…, donde queríamos poner de manifiesto que nos habíamos incorporado a ese trabajo con 24 años en 1976, que ni éramos expolicías, ni veníamos del franquismo…”

“Se demoniza a los sindicatos de una forma peligrosísima”


Y llegó la histórica huelga del 14 de diciembre de 1988… “En aquel momento tomé partido a la hora de colaborar en realizar una estrategia para que a nadie cortaran la cabeza. Se me ocurrió proponer en una asamblea realizar una cuenta atrás con los relojes de TVE y RNE en el estudio 4 de Torrespaña. Pareció muy bien y a las doce de la noche, todos a una, nos levantamos. Luego se intentó individualizar la iniciativa pero fue un movimiento colectivo de control, de continuidad, de todos, que evitó sanciones. Fuimos todos. Eso fue lo extraordinario y por eso tuvo esa repercusión. El país se acostó en huelga”.

Pirracas ha sido y es culturalmente inquieto: profesional de la televisión, director de una revista de cine, miembro de un grupo musical, novelista…, por eso es crítico con el Gobierno, “el IVA que se aplica a cines y teatros es una muestra de la inexistencia de una buena simbiosis entre el mundo de la cultura y el Gobierno”.

Pero si el autor de El espejo donde te mirabas debe aparecer en las enciclopedias es por ser inventor de la palabra “pinganillo”. O sea, ese artilugio que presentadores y presentadoras de televisión llevan en la oreja y que se cae en el momento más inoportuno. “Cosas de la familia, que tenemos mucha costumbre de inventarnos palabras…”

Bueno. Tal como hace poco os decía al hilo de la lectura de su novela, pues quedé con él para hablar de ello y lo que surgiera. Gran conversador Pirracas.

Retratado por @frlorente, Fran Lorente.

“No tenemos unos gobernantes a la altura de nuestro pueblo”


P. Usted ha calificado El espejo donde te mirabas como una novela de amor…
R. Es porque en la novela se quiere, hay amores inconclusos, hay renuncias, muchas renuncias y hay muchas mujeres. Para mí, el amor se materializa en la figura de la mujer. El hombre es una parte fundamental en la consecución de un amor que es muy difícil de materializar si no hay renuncia. La vida de las mujeres es una vida llena de renuncias, y en la novela se habla de esas renuncias que algunos personajes malinterpretan como cobardía o silencio, pero yo creo que aflora el amor sobre el cariño con el que se ha silenciado.

P. Siguiendo el hilo de la novela y sin destriparla… ¿es posible amar a dos personas a la vez sin estar loco?, que decía el bolero.
R. Por supuesto. A dos, a tres, incluso a más. En la literatura de los boleros se insiste mucho en el tema de los dos amores y creo que hay mucho de verdad en ello.

P. Más allá del amor, la memoria también es un leit motiv en El espejo donde te mirabas. Por una parte la amnesia individual, pero también la desmemoria colectiva. ¿Padecemos desmemoria en este país?
R. Sí. De una forma crónica. Y además, la gente que observa la desmemoria y se complace de que exista, lo hace con una altanería y una soberbia hiriente. Creo que eso es lo que desierta los odios y los recelos. Si se viera la desmemoria como una enfermedad grave…, si la memoria fuera un bien común y no algo que tememos, seríamos un país mucho mejor de lo que somos. No tenemos unos gobernantes a la altura de nuestro pueblo. Ahora están frenando una inercia de libertad que comenzó hace treinta años. Por ejemplo, el frenazo que han dado a la lucha sindical en este país es increíble. Se demoniza a los sindicatos y a todo lo que huela a libertad de una forma peligrosísima, cuando hace veinte años parecía que lo necesitábamos como quien necesita oxígeno para respirar, pero no van a poder con nosotros porque es difícil luchar contra la razón y la libertad.

“Somos el segundo país del mundo con más gente muerta en las cunetas”

P. Con su novela, se visibiliza a determinadas víctimas de este país…
R. Todas las víctimas son una injusticia, pero en nuestro país las victimas de ETA han ido enterrando a todas las otras víctimas. No me refiero sólo a las víctimas de la guerra, sino del franquismo: víctimas por el exilio, por persecución policial, por cárcel, por muerte, por asesinato, por silencio… Ese lado de la historia está dormido. No quiero que seamos un pueblo rico en víctimas, pero sí quiero que, además de las de ETA, se reconozca que hay otras que, a lo largo del tiempo, han sufrido tanto como las que por desgracia han venido después. He querido, sin levantar heridas y ampollas, poner voz a ese silencio de tantos años que no entiendo por qué, ha quedado así.

P. Mencionaba a las mujeres. En mí opinión es una novela no para mujeres, sino de mujeres: mujeres trabajadoras, de distintas generaciones, con distintas experiencias… La historia rezuma perspectiva de género.
R. No me he planteado la perspectiva de género a la hora de escribir. Mi experiencia personal, la idealización de la mujer, me ha dado pánico siempre. Obviar el mundo de la mujer, eso sí, me parece una atrocidad. Creo que lo que destila la novela, sin yo pretenderlo, es una normalización de la mujer.

“La vida de las mujeres es una vida llena de renuncias”


P. Pero al tiempo, la figura del hombre no sale muy bien parada…
R. Como tengo algo de gallego, preguntaría a alguien que lea el libro si lo que está escrito no es cierto. Cuando este país tiene un nivel de maltrato hacia las mujeres como el actual es porque existe un poso como el que describo, a pesar de que se ha avanzado en asuntos de igualdad mucho más, por ejemplo, que en el de la memoria.

P. Y bueno…, también hay algunas intensas pinceladas de sexo…
R. Ni sé, ni me gusta describir personajes. Me gusta que los personajes hablen por lo que son. Creo que hay un momento en la vida que es muy auténtico, que es cuando estamos desnudos con una pareja. Somos nosotros mismos. Y me interesa mucho, de ese momento, lo dramático y lo cómico. Un momento sexual intenso que termina con una lágrima es precioso, poético; pero también el que termina con una carcajada es maravilloso.

P. Abundando un poco sobre este asunto y a modo de Kamasutra… ¿Puede describir someramente en qué consiste el “revuelto de trigueros a la jamaicana”?
R. Forma parte del mundo inventado. Me parece que la cocina tiene una connotación sexual extraordinaria. La elaboración, el contacto con el alimento tiene una estética extraordinaria…

Capturados espontaneamente por @frlorente, Fran Lorente.

“Es harto conocido que los hombres tenemos una polla en el cerebro”


P. En su novela se intuye la crisis de los cincuenta de uno de los personajes. Claro, entre adolescencia, juventud, crisis de los cuarenta, de los cincuenta… ¿Vivimos en permanente estado de crisis?
R. Creo que los hombres tenemos este problema. Es harto conocido que los hombres tenemos una polla en el cerebro que nos hace estar en permanente crisis. Por la autoestima, porque parece que si no estamos seduciendo no nos encontramos a nosotros mismos, porque estamos siempre en luchas psicológicas en nuestras relaciones, “¡a ver si somos capaces de tener más nota que los demás!”, en lo afectivo, en el trabajo…, yo creo que en todas las facetas de nuestra vida. Y nos deberíamos ir feminizando un poquito. Es decir, quitarnos no sólo el pene de la cabeza, sino también la competitividad permanente, ese macho alfa que nos hace peores.

P. El libro está plagado de títulos cinematográficos…
R. Cito películas por situaciones, incluidas verdaderos bodrios. Más que de películas, soy un gran seguidor de carreras cinematográficas de directores.

P. También el desarrollo de la historia es muy cinematográfico…
R. No puedo evitarlo. Un guión cinematográfico ocupa entre ciento cincuenta y doscientos veinte folios y esa es la medida que tengo en la cabeza. He escrito cinco novelas y varios guiones. Y es lo que hay. Espacio, tiempo y movimiento, que es el lenguaje del cine, es lo que yo uso. Mi aliado es el tratamiento del tiempo y los espacios.

P. Con todo, ¿podemos acabar calificando su novela de reivindicativa de la memoria, de la justicia, de la reparación?
R. Sí. A mí me gustaría preguntar si podemos hacer un funeral laico para todas aquellas personas que faltan y que sus parientes no saben dónde están. Un reconocimiento nacional a todas esas personas que no sabemos dónde están. Somos el segundo país del mundo con gente muerta en las cunetas. Eso no puede ser. Y no puede ser que un juez sea enjuiciado por iniciar una serie de investigaciones para empezar a poner en claro algo que reivindican una familias.

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