Trabajadores de Coca-Cola frente al Congreso fotografiados por @frlorente |
No hace falta creerse a pies
juntillas las teorías de un Gobierno mundial en la sombra para saber que
Coca-Cola tiene un inmenso poder y que, desgraciadamente, en este mundo quien
paga, manda.
Además de por vía oral, en este
último siglo, la marca Coca-Cola se nos ha metido en lo más profundo del cerebro y…, también lo intentan a través del corazón con su instituto de la felicidad, con sus tiernos anuncios televisivos, solidarios
spots que incluso nos invitan a levantarnos contra el poder. Coca-Cola, con su
publicidad millonaria, envía al mundo un mensaje de “paz” y de “amor” sólo
equiparable a los que envía la Iglesia católica. ¡Pamplinas!
Ese poder, esa influencia
publicitaria es tal, que no todo el mundo sabe, por ejemplo, que Papá Noel va
vestido de rojo porque es el color corporativo de esta bebida. El original es
verde. Vamos, que si llega a un acuerdo con el Vaticano, hasta el Papa Paco
cambiaría a rojo Coca-Cola, más allá del Viernes Santo, su casulla blanco nuclear.
En Madrid siempre fuimos de vino
tinto con sifón hasta que nos modernizamos y nos convertimos los principales
consumidores de Coca-Cola de España y más allá. Ahora, Coca-Cola premia esa fidelidad despidiendo trabajadores y
cerrando la embotelladora símbolo de Fuenlabrada. Coca-Cola va más allá de la
Reforma Laboral mientras el Gobierno de España y de Madrid mira para Atlanta.
Coca-Cola envía a 1253 familias a la calle y destruye 3.000 puestos de trabajo
indirectos teniendo 920.000.000 millones de euros de beneficio. Coca-Cola ha
encendido una nueva chispa, la chispa de la ruina. Crea un trágico precedente
para que cualquier empresa con beneficios desaparezca y convierta en papel
mojado cualquier acuerdo con sindicatos, con gobiernos municipales, autonómicos
o estatales. ¿A ver si va a ser verdad que gobierna el mundo?
Con todo este jaleo, la plantilla
se ha plantado y, como un David contra Goliat, se está enfrentando al gigante.
El gigante se ha preocupado e intenta dividir, como dicta el manual, a los trabajadores.
Personalmente estoy juzgando a Coca-Cola como consumidor y he vuelto al vino
tinto con sifón, que tiene muchas menos calorías.
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