Blog de Alfonso Roldán Panadero

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En las fronteras hay vida y tuve la suerte de nacer en la frontera que une el verano y el otoño, un 22 de septiembre, casi 23 de un cercano 1965. En la infancia me planteé ser torero, bombero (no bombero torero), futbolista (porque implicaba hacer muchas carreras), cura (porque se dedicaban a vagar por la vida y no sabía lo de la castidad...) Luego, me planteé ser detective privado, pero en realidad lo que me gustaba era ser actor. Por todo ello, acabé haciéndome periodista. Y ahí ando, juntando palabras. Eso sí, perplejo por la evolución o involución de esta profesión. Alfonso Mauricio Roldán Panadero

viernes, 21 de febrero de 2014

De Francisco Granados a El lobo de Wall Street de Leonardo DiCaprio


Francisco Granados siempre ha sido un bróker de andar por casa a las órdenes de la loba Esperanza Aguirre. Del mundo de los negocios en bolsa accedió a la política, siempre envuelto en casos de corrupción. Estuvo en la vanguardia de la caída del cinturón rojo de la Comunidad de Madrid por el flanco sur cuando accedió a la alcaldía de Valdemoro. De ahí ascendió a la política regional en el Gobierno y el partido, llegando a ocupar la Secretaría General del PP. Desde luego no es Leonardo DiCaprio pero sí coincide en algo con su personaje en El lobo de Wall Street: su adicción al dinero y andar con cuentas en Suiza, su única patria.

La película de Scorsese protagonizada por Leonardo DiCaprio, pasó el filtro de ser vista en la sesión de las cuatro de la tarde, que en algunas salas es más barato. Esto es: no me dormí. Imposible dormirse con esos cinco trepidantes minutos iniciales y el posterior desfile de adicciones al sexo, al alcohol, a las drogas, al dinero…

Lo peor del caso es que la historia que nos cuenta Scorsese es real; basada en las memorias escritas por el bróker Jordan Belfort, un estafador que negociaba con bonos basura capaz de ganar doce millones de dólares en tres minutos. No es una hipérbole, que el mundo de Wall Street es en sí mismo una hipérbole. Ni siquiera Belfort es el más sinvergüenza de ese mundo… Un mundo irreal, capaz de hundir el mundo a base de especulación. Contundente la clase que le da a Belfort (DiCaprio), Marc Hanna, interpretado por un casi irreconocible Matthew McConaughey; en una de las escenas iniciales. Todo es falso:

“Mark Hanna: Regla número uno de Wall Street. Nadie… No me importa si eres Jimmy Buffet. Nadie sabe si las acciones van a subir, bajar, ponerse de lado o en jodidos círculos. Menos nosotros los corredores. Es todo un fugazi. ¿Sabes qué es eso? Fugazi, quiere decir falso. Polvo de hadas, no existe. No tiene importancia, no tiene materia. No está en la tabla periódica. No es real. Sígueme. Nosotros no creamos mierda. No construimos nada”.

Hanna, con un pequeño papel será quien le introduzca en las adicciones y quien le enseñe esa canción himno que sales tarareando mientras te das golpes de pecho.

La historia es tan real, que uno de los socios del auténtico Jon Belfort acaba de demandar a la Paramount por 25 millones de dólares al ver perjudicada su imagen. Un tipo que sigue trabajando en el mundo de la banca…

En el lado opuesto, el de los actores, Jonah Hill, nominado a Óscar, cobró el salario mínimo. Esto es, 60.000 dólares menos impuestos por siete meses de trabajo. Asegura que por trabajar a las órdenes de Scorsese habría vendido su casa y le habría pagado él al director.

Creo que me he enamorado un poco de Margot Robbin (a la izquierda).
Bueno, ya que estoy repasando el elenco debo mencionar a Margot Robbin, la sensual actriz australiana que interpreta a la segunda mujer de Belfort. Creo que me he enamorado un poco de esta joven. Es más, el día después de ver El lobo, sin buscarla, me la encontré en una peli que alquilé, About time, que empieza muy bien, sigue bien y se desfonda (la peli, no la actriz). Creo que el destino nos está uniendo. He visto que va a interpretar a Jane en una nueva versión de Tarzán. Eso puede ser tremendo. Pero… ¡no la estrenan hasta 2016!

DiCaprio, lo siento, me ha vuelto a gustar en un papel de estos que cuadra; como en El Gran Gatsby. El tipo al que interpreta, un judío de clase media baja, inocentón, se convierte en un verdadero exagerado. Tiene una subida tan trepidante como la caída. Convierte su fábrica de ganar dinero en un cuadro similar a El jardín de las delicias. En la vida real, Belfort pasó por la cárcel (de lujo), pero muy poquito tiempo. Sigue debiendo un pastizal a sus estafados que le siguen buscando. Se ha retirado de las drogas y el sexo (dicen) y, aunque ahora vive en un modesto piso de tres habitaciones, el dinero le sigue llegando en forma de venta de libros de éxito y conferenciante a modo de coaching de vendedores. Parece que cobra 500 euros por asistir a sus conferencias. Sí. Es un encantador de serpientes que basa sus principios capitalistas en crear necesidad: 

- “Oferta y demanda amigo mío. ¿Ven lo que digo? Es crear necesidad. Hacer que quieran comprar las acciones. Como si lo necesitaran. ¿Entienden?”

Yo me lo pasé bien con la peli, aunque me quedo el gustillo de que los ricos cuando estafan y pierden, no pierden del todo.

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